Características del vino según su crianza

Winemorning winelovers, ¿quién no se ha preguntado qué quiere decir que un vino es reserva, crianza o roble? Pues hoy vamos a intentar aclarar esta duda.

Los vinos, ya sean tintos, blancos o rosados, pueden ser jóvenes o con crianza, si bien es cierto que los tintos suelen ser los que más se elaboran con crianza. Los vinos jóvenes son los que se embotellan inmediatamente después del proceso de fermentación alcohólica sin pasar por el proceso de crianza.

La crianza de un vino es el tiempo de permanencia del caldo en la barrica y/o en la botella. Este proceso está establecido por los Consejos Reguladores de las diferentes Denominaciones de Origen, por lo que el tiempo pueda variar de una denominación de origen a otra. Esto, que puede parecer una característica singular, responde a la necesidad que cada tipo de uva y cosecha requiere para la elaboración de caldos con la calidad requerida; de ahí que los intentos de regulación legislativa para unificar el criterio no hayan tenido éxito.

No obstante, podemos crear una clasificación orientativa de estos caldos según el tiempo de crianza:

  • Joven o del año: Se trata de un vino que no ha pasado tiempo en barrica, es decir que se embotella justo después del proceso de fermentación (alcohólica y/o maloláctica) en los depósitos de acero. Suele ser comercializado en sus dos primeros años de vida, ya que después de este tiempo pierde sus propiedades.
  • Semicrianza o Roble: Es un caldo que ha pasado menos de 6 meses en la barrica y, por ello, sin llegar a ser crianza, tienen una vida un pelín más larga que los vinos jóvenes.
  • Crianza: Estamos ante un tipo de vino con un envejecimiento de 2 años, de los cuales permanecen 12 meses en barrica y el resto del tiempo en la botella antes de salir al mercado. Suelen ser vinos con una duración de consumo que puede variar entre los cinco y los diez años en función de las condiciones de almacenaje.
    • En el caso de los vinos blancos y rosados el envejecimiento de un crianza es de 18 meses, de los cuales 6 meses como mínimo deben permanecer en barrica.
  • Reserva: Este vino pasa al menos 3 años de envejecimiento, de los cuales debe permanecer 1 año en barrica y el resto del tiempo en botella.
    • En el caso de los vinos blancos y rosados hablamos de 2 años de maduración, de los cuales 6 meses como mínimo deben vivir el proceso de crianza en barrica.
  • Gran Reserva: Es un largo proceso de elaboración de 5 años, por lo que se suelen reservar para cosechas excepcionales y para uvas de gran calidad. Este caldo permanece como mínimo 2 años en barrica y 3 años en botella.
    • En el caso de los vinos blancos y rosados hablamos de 4 años, de los cuales los 6 primeros meses, como mínimo, debe madurarse en barrica.

Este proceso aporta una serie de matices, aromas y sabores al vino que determina la elaboración del producto, aunque no define su calidad. De ahí que podamos encontrar vinos excelentes en todas las categorías.

Además, cada tipo de plato, cada estación del año, cada momento del día… tiene un maridaje más o menos acertado en función de los gustos de cada uno. A mí, por ejemplo, con el calor madrileño en el mes de agosto no se me ocurriría descorchar un Gran Reserva para comer un Chuletón -lo que no implica que no me guste, tan sólo no lo considero el momento más oportuno-, pero… ¡para gustos los colores! Y cada paladar es libre de determinar qué le apetece en cada momento con total libertad.

Cheers!

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